Política

Bruno Cardinale: “En Argentina, emprender es un acto de valentía sin apoyo”

Bruno Cardinale reflexiona sobre la realidad que enfrentan miles de emprendedores en Argentina: miedo, burocracia y abandono. “Mientras se llenan la boca hablando de producción, los que intentan vivir de su trabajo siguen siendo castigados”, advierte en esta nota publicada en NORTE HOY.

  • 15/06/2025 • 20:48

Bruno Cardinale: “Nadie ayuda a los emprendedores en Argentina”

¿Qué país queremos construir si cada persona que decide trabajar por cuenta propia termina con miedo a una notificación, a una inspección o a una multa que puede fundirla?

Esa es la pregunta que se hacen en silencio miles de emprendedores en Argentina. Personas que, lejos de elegir el camino fácil, apuestan a crear algo propio. Que no dependen de nadie. Que no piden subsidios. Que intentan vivir del esfuerzo diario, enfrentando obstáculos que muchas veces no tienen sentido.

Mientras la política habla de “ecosistemas productivos” o “economía del conocimiento”, la realidad del emprendedor es otra: está solo, confundido y muchas veces perseguido.

ARCA (ex AFIP), municipios, agencias estatales… todos parecen estar listos para aplicar una sanción, pero no para acompañar. No para enseñar. No para impulsar.

La formalidad, que debería ser un paso lógico hacia el crecimiento, se convirtió en una trampa.
Trámites interminables, plataformas que nadie explica, normativas contradictorias, habilitaciones confusas. Y detrás de todo eso, el miedo:

  • Miedo a hacer algo mal sin querer.
  • Miedo a una multa imposible de pagar.
  • Miedo a que un error técnico se convierta en una condena económica.

¿Cómo se supone que alguien puede crecer así?

Argentina necesita trabajo. Necesita producción. Necesita creatividad. Pero si el mensaje hacia quienes se animan a emprender es el castigo, el desaliento o el abandono, ¿qué futuro estamos construyendo?

No hay país viable si tratamos como delincuentes a quienes intentan ganarse la vida honestamente.
Y mucho menos si lo hacemos mientras celebramos slogans vacíos sobre “innovación” o “desarrollo federal”.

Desde NORTE HOY recorremos permanentemente historias de quienes abren una rotisería, venden por redes sociales, arreglan celulares o hacen pan casero. Y todos coinciden en algo: nadie los ayuda en serio.

No piden privilegios. Piden claridad. Piden reglas lógicas. Piden que alguien les explique cómo avanzar sin miedo a perderlo todo por una equivocación administrativa.

Es tiempo de cambiar esta lógica perversa.

El futuro de la Argentina no se va a construir desde una oficina. Se construye en los talleres, en los comercios de barrio, en los garajes donde se fabrica algo, en las ferias, en los mercados y en cada casa donde alguien intenta salir adelante con lo que sabe hacer.

El Estado tiene que dejar de ser una amenaza para el que quiere trabajar.
Tiene que pasar de ser un obstáculo, a ser un socio estratégico.
Porque si no cuidamos a los que producen, ¿qué nos queda?

En lugar de discursos, hacen falta decisiones. Y en lugar de trabas, hace falta respeto.

El verdadero plan social es ayudar a crecer al que quiere trabajar.
Ese es el país que muchos soñamos. Ojalá algún día dejemos de soñarlo y empecemos a construirlo.

Bruno Cardinale