Ficha Limpia naufragó en el Senado y dejó tras de sí una ruptura difícil de reparar: la confianza entre bloques. La jugada inesperada de los senadores misioneros Carlos Arce y Sonia Rojas Decut, quienes cambiaron su voto a último momento, desató una tormenta política que expuso la fragilidad de los acuerdos parlamentarios. En diálogo con NORTE HOY, una fuente con peso en la Cámara Alta fue tajante: “Los misioneros atornillaron el ataúd del Senado con el papelón que se mandaron. El problema es cómo recuperar lazos cuando te mienten en la cara”. Lo sucedido no solo derribó una ley que parecía tener respaldo, sino que también sembró dudas sobre la gobernabilidad legislativa a corto plazo. La presión ejercida por el oficialismo para torcer voluntades terminó favoreciendo al kirchnerismo, que sumó una nueva victoria política tras haber frenado la designación de jueces para la Corte Suprema. “Que no me llamen más primero a mí”, soltó una senadora dialoguista, indignada por lo que consideró una manipulación para favorecer al Gobierno. La reacción generalizada en la oposición fue de enojo, desconfianza y desconcierto. Mientras tanto, el bloque del Frente de Todos celebró con entusiasmo. Un veterano senador peronista ironizó: “Sí es cierto que lo de los misioneros es insólito. He visto muchas traiciones, pero nunca una mentira tan arriesgada como esta”. Además de la caída de Ficha Limpia, el Senado bloqueó sobre tablas los pedidos de interpelación a Karina Milei y Luis Caputo. Esto profundiza las dudas sobre si habrá respaldo para futuras iniciativas del oficialismo, especialmente con el kirchnerismo dispuesto a empujar los debates desde la comisión de Asuntos Constitucionales, liderada por Alejandra Vigo. Desde NORTE HOY accedimos a otra línea de conflicto: una posible intervención de la Corte Suprema en temas de paridad de género y la Auditoría General de la Nación. También están en juego más de 150 pliegos judiciales. La tensión en el Congreso es total. La jugada de Arce y Rojas Decut cambió el tablero y dejó al descubierto el deterioro institucional del Senado, donde la palabra ya no vale lo que valía. Una señal peligrosa para las próximas discusiones clave. Redacción: NORTE HOY