La condena firme a Cristina Fernández de Kirchner, ratificada esta semana por la Corte Suprema, estremeció el escenario político, pero una figura clave del oficialismo eligió llamativo mutismo: Victoria Villarruel. Desde su entorno deslizaron que la vicepresidenta “sólo habla de los temas que le competen como titular del Senado”, pero dentro del recinto nadie pasa por alto su silencio. Algunos senadores libertarios justifican que Villarruel teme cualquier fricción con la Casa Rosada que pueda costarle respaldo en una bancada oficialista diezmada a apenas seis legisladores firmes. “No quiere sumar conflictos, ya bastante tiene para sostenerse”, confesó uno de los legisladores más cercanos a la vice. Otros apuntan a un cálculo político más amplio: no tensar la cuerda con el kirchnerismo y el bloque peronista, esenciales para sostener acuerdos en la Cámara Alta. “Si me peleo con ellos, me bloquean todo”, habría comentado en reserva la presidenta del Senado, según confirman fuentes parlamentarias. La trama se vuelve más espesa cuando se menciona la renuncia de Emilio Viramonte Olmos, el frustrado secretario administrativo de la Cámara que llegó al cargo gracias a un voto compartido con la oposición y guiños del panperonismo. Hoy su puesto sigue vacante y Villarruel necesitará revalidar esos apoyos para nombrar reemplazo. Quienes le reprochan su silencio aseguran que, pese a la fragilidad de su poder, podría al menos haber celebrado la actuación de la Justicia. La tercera razón que alimenta suspicacias gira en torno a Claudio Gallardo, general retirado y actual responsable de la Dirección General de Seguridad del Senado. Gallardo es considerado en los pasillos como el verdadero jefe de gabinete de Villarruel. Su historial en Inteligencia, bajo la órbita de César Milani durante el kirchnerismo, siembra dudas sobre lealtades cruzadas y pactos de conveniencia. En paralelo, mientras Villarruel calla, referentes sindicales como Pablo Moyano se reencuentran con Cristina Kirchner y exponen la fragilidad del frente interno libertario. “La vi preocupada por el país”, dijo Moyano tras su visita a la ex presidenta, subrayando la vigencia de su liderazgo pese al fallo judicial. Este silencio estratégico de Villarruel puede sostener la paz parlamentaria a corto plazo, pero deja abierto un interrogante de peso: ¿hasta cuándo podrá mantener este equilibrio sin pagar costos ante su propia tropa y ante la opinión pública? Redacción del Diario NORTE HOY